vineri, 19 aprilie 2013

Entrevista - Mila Crespo, Jefa de Estudios del Instituto Cervantes en Rumania


Mila Crespo : “Lo que más me atrae de Rumania es lo desconocida que es”

Una oportunidad única de hacerse cargo de la jefatura de estudios del Instituto Cervantes en Bucarest y su afán por explorar el mundo llevaron a esta valenciana a dejar las aulas de la Universidad de Frankfurt y trasladarse a Rumania en el 2009.
Mila desborda energía y positivismo, es un torrente de palabras que fluye en continuo. Cuando rememora su estancia de once años en Alemania se siente cierto poso de nostalgia en su mirada. Una sonrisa, un suspiro y su cara se ilumina de nuevo mientras nos cuenta sus primeros momentos en el país. Antes de llegar, su impresión sobre Rumania no era ni positiva ni negativa simplemente la desconocía por completo.
Su primera experiencia intercultural se produjo al poco de mudarse en su piso, donde se topó de lleno con la barrera lingüística, cuando tuvo que lidiar con un grupo de albañiles rumanos para que efectuaran unas reparaciones en su piso. Esta situación la empujó a aprender sus primeras palabras en rumano “nu merge căldura”.
El haber vivido en otro país le ha amortiguado el choque cultural. Durante su estancia en Alemania ya había trabajado con rumanos lo cual le ha ayudado a acostumbrarse con su forma de ser. Ahora que vive aquí entiende mejor algunas formas de actuar que entonces no comprendía del todo.
Mila es una persona observadora a la que le gusta analizar al detalle lo que observa. Ya sea la forma en que la gente cuenta con las manos o como se saludan. Estas dotes de observación le han ayudado a entender el lenguaje y los elementos culturales característicos de cada país por el que ha pasado y Rumania no es una excepción. Durante sus primeros contactos con la comunidad hispana se percató de que muchos de ellos no hablaban el idioma.
“la gente hispana aquí está muy cerrada en su comunidad, las mujeres de empresarios quedan todas las mañanas a tomar café. Hay un grupo de latinoamericanas y un grupo de españolas, incluso dentro de la comunidad hay dos grupos. Ellos tampoco han aprendido el idioma pese a llevar cinco o seis años aquí. Y entre el inglés y la secretaria que habla español se manejan. “Creo que es muy importante aprender la lengua, por eso propuse en el Instituto Cervantes unos cursos de rumano para hispanohablantes que espero que ayuden a la gente a integrarse más en la comunidad rumana o al menos a que no vayan rodeados de intermediarios”.
Mila reconoce que pese a llevar casi dos años en el país apenas habla el idioma lo cual a veces se transforma en un obstáculo que le impide resolver cosas sencillas pero como ella misma reconoce “le echa cara” e intenta hablarlo aunque no sepa. Echa en falta la interacción con la comunidad Rumana para sentirse plenamente integrada en el país, hasta ahora su contacto con la comunidad rumana se limita a salidas con los empleados y compañeros rumanos del Instituto Cervantes.
“Cuando llegas a un país con más de 25 años no es fácil integrarse en círculo estable tanto Alemania como en Rumania. Si llegas con 17 años o al inicio de tu época universitaria es más fácil, pero cuando llegas a trabajar, la gente ya tiene su círculo hecho o están en la misma situación que tú. Si tuviera que decir cuantos amigos alemanes tengo diría que dos, el resto españoles o italianos. He conocido gente alemana fantástica pero no tenemos una relación de amistad porque no se han creado las bases. Porque mis expectativas eran unas y las suyas otras. En cambio es más fácil hacerte amiga de un español porque las expectativas son las mismas.Y aquí me pasa un poco lo mismo, tengo buena relación con algunos rumanos e incluso relaciones de confianza pero no estoy integrada en su día a día”.
Vino a Rumania sin expectativas ni prejuicios a pesar de que le habían advertido de los peligros de los perros callejeros ella decidió seguir adelante. Rumania en general le ha creado una buena impresión y considera que necesitará unos quince años para seguir progresando. Admira la capacidad de los rumanos para sobrevivir con casi nada y la gran preparación de los mismos.
Entre los rumanos hay gente muy preparada y creo que el país tiene potencial. Lo que pasa es que ni los propios rumanos lo creen. Hay quienes piensan que los rumanos son como los portugueses con ese fatalismo y creo que en parte es así. Es una sociedad y una cultura como la española que mira al pasado pero no se orienta hacia el futuro”.
De Rumania le atrae su lado salvaje, el hecho de que sigue siendo una desconocida con respecto al resto de Europa en muchos aspectos como la literatura, que pese a irse traduciendo, apenas si es conocida o la historia más reciente sobre todo desde el periodo comunista hasta la Revolución.
“Me parecería interesante ver los campos de concentración que hubo aquí. Para la sociedad española todo esto es muy desconocido y podría ser muy interesante si tenemos en cuenta que hay un millón de rumanos en España. Hay veces que la gente se sorprende cuando dices que Rumania tiene una lengua románica”.
Para Mila Rumania sigue siendo un país por descubrir.
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